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El ciego Bartimeo recibe la vista(A)

46 Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él, sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo, el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino, mendigando. 47 Al oír que era Jesús nazareno, comenzó a gritar:

—¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!

48 Y muchos lo reprendían para que callara, pero él clamaba mucho más:

—¡Hijo de David, ten misericordia de mí!

49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarlo; y llamaron al ciego, diciéndole:

—Ten confianza; levántate, te llama.

50 Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. 51 Jesús le preguntó:

—¿Qué quieres que te haga?

El ciego le dijo:

—Maestro, que recobre la vista.

52 Jesús le dijo:

—Vete, tu fe te ha salvado.

Al instante recobró la vista, y seguía a Jesús por el camino.

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Así ha dicho Jehová:
«Regocijaos en Jacob con alegría;
dad voces de júbilo a la cabeza de naciones.
¡Haced oír, alabad y decid:
“Salva, Jehová, a tu pueblo,
el resto de Israel”!
Yo los hago volver de la tierra del norte,
los reuniré de los extremos de la tierra;
entre ellos, juntamente, a ciegos y a cojos,
a la mujer que está encinta y a la que dio a luz.
En gran compañía volverán acá.
Irán con llanto,
mas con misericordia los haré volver
y los haré andar junto a arroyos de aguas,
por camino derecho en el cual no tropezarán,
porque yo soy el padre de Israel,
y Efraín es mi primogénito.

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Job reconoce la sabiduría de Dios

42 Respondió Job a Jehová y dijo:

«Yo reconozco que todo lo puedes
y que no hay pensamiento que te sea oculto.
“¿Quién es el que, falto de entendimiento, oscurece el consejo?”
Así hablaba yo, y nada entendía;
eran cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía.
Escucha, te ruego, y hablaré.
Te preguntaré y tú me enseñarás.
De oídas te conocía,
mas ahora mis ojos te ven.
Por eso me aborrezco
y me arrepiento en polvo y ceniza».

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Nueva prosperidad de Job

10 Cuando Job hubo orado por sus amigos, Jehová le quitó la aflicción; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job. 11 Todos sus hermanos, todas sus hermanas y todos los que antes lo habían conocido vinieron a él y comieron pan con él en su casa. Se condolieron de él, lo consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él y cada uno le dio una moneda de plata y un anillo de oro.

12 Jehová bendijo el postrer estado de Job más que el primero, porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. 13 También tuvo siete hijos y tres hijas. 14 A la primera le puso por nombre Jemima; a la segunda, Cesia, y a la tercera, Keren-hapuc. 15 Y no había en toda la tierra mujeres tan hermosas como las hijas de Job, a las que su padre dio herencia entre sus hermanos.

16 Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. 17 Job murió muy anciano, colmado de días.

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Testimonio de la restauración

Cántico gradual

126 Cuando Jehová hizo volver de la cautividad a Sión,
fuimos como los que sueñan.
Entonces nuestra boca se llenó de risa
y nuestra lengua de alabanza.
Entonces decían entre las naciones:
«¡Grandes cosas ha hecho Jehová con estos!»
¡Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros!
¡Estamos alegres!

¡Haz volver nuestra cautividad, Jehová,
como los arroyos del Neguev!
Los que sembraron con lágrimas,
con regocijo segarán.
Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla,
pero al volver vendrá con regocijo trayendo sus gavillas.

23 Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; 24 pero éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable. 25 Por eso puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

26 Tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores y hecho más sublime que los cielos; 27 que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo, porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. 28 La Ley constituye sumos sacerdotes a hombres débiles; pero la palabra del juramento, posterior a la Ley, constituye al Hijo, hecho perfecto para siempre.

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